Desayunamos en el hotel, pan con mermelada y mantequilla, medialunas (croissants), leche con cacao o café y yogur, todo riquísimo. A las 8:00 horas de la mañana pasó el autobús de la agencia a recogernos, y emprendimos rumbo al glaciar. Al cabo de una hora y media aproximadamente el conductor empezó a desacelerar el autobús, y el guía nos explicó que estábamos a punto de llegar a la curva de los suspiros. En menos de 5 segundos pudimos ver a nuestra izquierda el majestuoso glaciar Perito Moreno. Paramos para hacer fotos y seguimos hasta el parque dónde pagamos 100 ARS=16 € para entrar por persona. Nos esperaban unas 4 horas por 3 kilómetros de pasarelas para contemplar y admirar su belleza. Al llegar y bajar por las escaleras tuvimos la suerte de oír un desprendimiento de hielo del glaciar. Increíble ruido que hace el hielo al romperse y la ola gigante que se forma al caer al agua. Durante 4 horas estuvimos observando el glaciar desde las pasarelas superior e inferior escuchando crujir el hielo y admirando sus dos caras. Al tocarnos un día tapado el azul del glaciar resaltaba mucho más, impresionante. |
Despertamos a las 7:00 horas de la mañana, ya que en una hora nos pasaban a recoger de la agencia Always Glaciers para ir a ver el glaciar Perito Moreno, precio de la excursión 300 ARS=50 € por persona. A diferencia de los demás glaciares, se trata de una gruesa masa de hielo de fácil acceso que acrece hasta el brazo sur del Lago Argentino. Gracias a su avance, represa las aguas del brazo mencionado hasta que genera un desnivel respecto el resto del lago de unos 30 metros aproximadamente. Con la presión de la masa se crean unas filtraciones de agua en el hielo que crean un túnel con una bóveda de hasta 50 metros, que al final se derrumba. Un espectáculo natural que hace que sea el máximo atractivo del Parque Nacional los Glaciares. Tiene una extensión similar a la de la ciudad de Buenos Aires, y en la cara sur llega a los 2 kilómetros de largo y en la norte a los 2 kilómetros y medio, con una altura máxima de 80 metros. Nos paramos a comer unos bocadillos comprados en el hostel en algún rincón del parque y así poder captar la magia del lugar. A las 14:30 horas del mediodía nos fuimos del parque de vuelta a El Calafate, al hotel. Descansamos durante un buen rato y después salimos a dar una vuelta por el pueblo. Nos paramos en la heladería M&M a comernos un helado. Un local que ofrece mucha variedad de sabores, y al final escogimos uno de chocolate, mascarpone y calafate (una baya de color morado que da nombre al pueblo, y dice la leyenda que si lo pruebas volverás). Después nos detuvimos en el supermercado La Anónima para comprar la cena y los bocadillos del día siguiente. Ya en el hotel cenamos ensalada, fruta, yogur y a dormir. El día siguiente nos espera un crucero por todos los glaciares. |
El Calafate - Argentina